martes, 17 de noviembre de 2015

Melchor Rodríguez: "Se puede morir por las ideas, nunca matar por ellas"



Hizo lo único decente que se puede hacer en una guerra: salvar vidas, miles en su caso. Si hubiera nacido en EEUU ya habrían hecho un peliculón sobre su vida, pero como era sevillano y anarquista, parece que tendrá que conformarse con un documental: "Melchor Rodríguez, el ángel rojo". Una obra modesta, austera y sincera, como fue él bueno de Melchor, el último alcalde republicano de la capital de España.
Me siento orgulloso de haber interpretado su personaje en "La Entrega de Madrid", obra de teatro ganadora del Lope de Vega que se representó en la Sala Mirador. En medio de la guerra, Melchor Rodríguez dijo: "se puede morir por las ideas, nunca matar por ellas". Cuidado, no dijo que hay que poner la otra mejilla o que no es lícito defenderse. Repito, decía: "se puede morir por las ideas, nunca matar por ellas". Y ahora tengo aguantar a los malos o tontos que califican esa manera de pensar de "ingenua" o "buenista". Llevan toda la historia afilando la guadaña y resulta que el ingenuo es el que no le hace el juego a la muerte.

http://ow.ly/ULXes


domingo, 15 de noviembre de 2015

Contra el miedo

El mar de perfiles en las Redes Sociales con la bandera de Francia, las frases solidarias dichas con la mejor de las intenciones por cientos de miles de personas, los #PrayForParis los #TodosSomosParís... todo eso me da pena, porque más que solidaridad, lo que veo es miedo.
Hay un runrún continuo de atentados digamos “fuera del mundo occidental” del que apenas se hacen eco nuestros medios de comunicación, que no nos estremecen ni nos indignan tanto porque nos parece que están lejos de nosotros (física, económica y culturalmente) y que esa sangre no nos salpica. Sin embargo sentimos que la de París sí nos mancha, con las muertes de París nos imaginamos que ese horror pasa en la puerta de nuestra casa. Error: todo es la puerta de nuestra casa, lo que pasa en oriente próximo, las injusticias y la violencia que llevan años azotando esas tierras no se quedan allí, son como la peste no entiende de fronteras. Y precisamente los atentados de este último viernes trece son la prueba del contagio. En el siglo XXI las fronteras no nos protegen de la violencia.
El caso es que cuando vemos esas muertes y sentimos que están cerca (aunque insisto, en este mundo siempre están cerca), imaginamos que la próxima vez puede pasar en nuestra ciudad. Y para los que no tienen mucha imaginación está el circo de los medios de comunicación, con sus tertulias, análisis y entrevistas y mensajes apocalípticos que amplifican aún más el miedo. Todo esto me entristece, sobre todo, porque estamos haciendo justo lo que esos terroristas quieren que hagamos: morirnos de miedo y difundirlo a nuestro alrededor. Es muchísimo más probable perder la vida en un accidente de tráfico que en una matanza terrorista, pero esos asesinos nos meten el miedo en el cuerpo. Pero ahí no acaba la cosa: algunos sacan su asqueroso discurso político sobre el “ellos y nosotros”. Pero “ellos” no son solo los terroristas, no... son los refugiados, son los musulmanes, son los inmigrantes que viven entre nosotros... son “los otros”. Tan viejo como el hombre: “Ellos son los malos y nosotros, los buenos”. Y ya están sacando tajada política y económica, unos y otros de esta matanza sin ningún pudor. Los poderosos y los que luchan por el poder utilizando la muerte y nuestros sentimientos. Envolviéndose en banderas, haciendo discursos hipócritas y vacíos para que todo siga como está. Todos somos París, todos somos Líbano, todos somos todos. No hay ellos y nosotros, hay todos, la inmensa mayoría de gente que lo que quiere es vivir en paz. Ser conscientes de que somos prácticamente todos, de distintos países y creencias, los que estamos unidos contra estos buitres nos ayudaría a no tener miedo. Y cuando digo buitres, por si no ha quedado claro, me refiero a los terroristas y también a los señores de la guerra, que utilizan la muerte y el miedo para sus fines políticos y económicos. Porque el enemigo más terrible, el que puede convertir nuestro mundo en un infierno, no es el terrorismo, es el miedo. Es el miedo, el que puede hacer de esta Europa (ejemplo de genocidios y guerras) un gran campo de concentración donde la seguridad prevalezca sobre la libertad. Pero si no tenemos miedo, acabaremos borrando del mapa a estos terroristas. Seguro.
Dentro de poco volverán a actuar. Espero que la próxima masacre terrorista, suceda donde suceda, sea repudiada por todos los que se han manifestado contra los terribles asesinatos de París. Que si sucede en Líbano, allí sientan que estamos con ellos, como hoy estamos con Francia.

Porque todos somos todos.